Muchos son los caminos, sendas y veredas que recorren Asturias, cruzan sus escarpadas montañas y reposan en sus verdes valles, al murmullo de los ríos. En todos ellos, encontramos paisajes llenos de color, limpias estampas de belleza natural y muestras culturales y religiosas esparcidas por todo el territorio.
martes, 17 de agosto de 2010
El Bellas Artes en el Parque San Francisco
El Museo de Bellas Artes de Asturias está ubicado en el Oviedo antiguo, muy cerquita de la Catedral y del testero prerrománico de la iglesia de San Tirso. Vamos, en un enclave de lujo.
También lo es el Palacio de Velarde, el edificio que alberga el museo. Se trata del último de los palacios construidos en el Oviedo antiguo y su estampa es, desde luego, magnífica. Tan orgulloso debía estar el arquitecto que se empecinó en grabar su nombre en la fachada principal, debajo del magnífico escudo y encima del balcón principal. Y eso que casi arruina al Señor de Velarde por el aumento del coste de la obra.
Más de 8.000 piezas componen el catálogo del museo, que nos aporta una excelente visión de la pintura desde la Edad Media hasta la época actual.
Si alguna vez hemos creído que el museo es algo cerrado, oculto, carente de luz natural, nos equivocamos de la misa a la media.
Lo cierto es que los personajes de los cuadros no son estáticos, tienen vida propia. Y, como cualquiera de los mortales, gustan de dar un paseo por el parque, de hablar con los paseantes, de comunicarse con los turistas, de compartir juegos con niños y jubilados que pasan una gran parte del día disfrutando del parque San Francisco.
Ayer, escondido detrás de uno de los magníficos árboles que se yerguen señoriales por el parque, plantado y crecido bajo el mimo de la Universidad de Oviedo, a la que perteneció tal terreno y que lo acondicionó como jardín botánico, pude ser testigo de la animada conversación de La Gitana del museo de la mano de mi primo Jesús.
Hubiera dado algo por poder escuchar la conversación, por oir las expresiones que brotaban de sus labios, por enterarme de los susurros que envolvían su caminar. Pero sé que estos momentos no se pueden, no se deben interrumpir.
Los vi alejarse camino del Filandón. A los dos les encanta la "cocina vieja", el lugar donde se enciende ese fuego que ahúma los chorizos que cuelgan de los palos, el que reúne a los vecinos para contar las historias que nunca se escribieron y el que mantiene todo el sabor y saber de la tradición. Sí os puedo decir que no pudieron acudir a mejor lugar: a los dos les encantan las historias contadas.
Y allí los dejé, cuando sacaron de la bolsa una buena hogaza de pan que, seguro, no tardaron en dar buena cuenta de ella. "Contigo, pan y cebolla".
Me dijeron -yo no lo ví- que estuvieron paseando a lomos de un magnífico caballo halazán.
Y que con él fueron a los toros.
Yo, como no lo vi, no puedo afirmar que así fuera. Pero, a fe que no me extrañaría que así hubiese sucedido.
También lo hubiera creído si me hubieran dicho que fueron a la playa. A ver cómo corrían los niños por la arena
O quizá a ver esa familia de pescadores, al lado de su barca
Lo que sí garantizo es que a ambos les gusta la juerga, la fiesta, el baile y, a veces, la oración en una ermita. Buena prueba de ello, es que quedaron enmarcados en este cuadro.
Caminando por esta fiesta de pueblo, descubrieron algún retrato magnífico, con sus galones y todo
Se cobijaron debajo de alguna estrella
Y se toparon con ilustrados personajes
E, incluso, uno les dio su bendición
¿Cómo acabó el encuentro?
Yo no os lo puedo contar, porque no lo sé. Pero, puedo deciros que si hubiera conocido cómo se desarrolló este encuentro, estoy convencido que no tendría palabras para describirlo. A buen seguro que sería incapaz de plasmar los sentimientos de La Gitana, de expresar las emociones de Jesús.
Lo único que puedo narrar es que La Gitana oculta su cara, quizá llorosa, acaso emocionada o, más bien, vergonzosa, a la sombra de unos árboles. Allí, le dejó Jesús, antes de partir para Mataluenga, un gran ramo de flores.
En el Parque San Francisco, en el centro de Oviedo, encontramos la copia de alguno de los cuadros más celebres del Museo de Bellas Artes de Asturias. Creo que es un buen momento para que estos mismos cuadros nos guíen hacia una visita más completa del Museo.
De verdad, vale la pena acercarse y perder toda una mañana o una tarde visitando los fondos que están expuestos.
Dentro de poco tiempo, el museo amplía su espacio con esta magnífica propuesta de Patxi Mangado. Si ahora es magnífico, después será impresionante.
Si quieres conocer más detalles del museo, de Oviedo o de Asturias en general, te lo cuento en el libro ASTURIAS, Ermitas, Santuarios y Naturaleza, de la Editorial Laertes. Aquí encontrarás una información más detallada y un recorrido por Asturias, contemplando las mejores vistas que solo se consiguen desde los rincones que descubro.
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