lunes, 23 de agosto de 2010

Se abre el telón. El Niemeyer

"No es el ángulo recto que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein"

Quizá sea la frase más conocida del gran arquitecto Oscar Niemeyer, aunque, acaso, no llege a transmitir el poder de la curva. ¿Alguien necesita que hablemos de este Premio Principe de Asturias? Por eso, hoy quiero referirme al museo y no al artista.
Mi prima Merce, que reposaba su espíritu viajero, luchador, artístico y ¡cómo no! juvenil, unos días en ese pequeño pueblo de mis amores que se llama Mataluenga, me propuso acercarnos hasta Avilés para conocer el Niemeyer.
Le dije que no era el mejor momento. Y no porque no tuviera ganas de acompañarla, de disfrutar de su lenguaje madrileño maridado con ese acento canario del norte de Tenerife. Tampoco porque no me apeteciera escuchar esas historias que cuenta y que siempre me suenan a relatos mágicos. Y, desde luego, mucho menos por no querer degustar un magnífico pescado servido en un chigre a la orilla de ese cantábrico tan distinto -y tan igual- al atlántico canario.



No, le dije que no porque me gusta ver un cuadro cuanto está terminado, quiero mamar la filosofía del artista, beber su expresión y degustar su saber. No quiero solamente una piel. Te lo digo con palabras del amigo Espronceda "me gusta ver un cementerio de muertos bien repleto".

Desde luego, el Centro Niemeyer es espectacular. Asturias no le regaló nada cuando le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en el año 1989, porque merecía este galardón y muchos más reconocimientos. Quien hizo el regalo al Principado de Asturias, fue el propio artista, ya que este proyecto es un obsequio del arquitecto a la Fundación Premios Príncipe de Asturias. Y menudo regalo.

Una dádiva que va a suponer la transformación de Avilés. Y a fe que el proyecto consigue la rehabilitación de toda una ciudad.

Merce, cuando nos acerquemos al Niemeyer el próximo año, estoy seguro que me agradecerás la tardanza y el retraso en la visita y estoy convencido que disfrutarás de una obra terminada, de un tesoro que se habrá descubierto, de unas joyas que se exponen abiertamente. O ¿te gusta ver una exposición a medio montar?

Y como no podía ser de otra manera, te garantizo que terminaremos nuestra visita en el Niemeyer, pero antes habremos recorrido todo el prerrománico. Simplemente para enlazar la tradición arquitectónica asturiana, para conectar el nacimiento del reino asturiano con la modernidad de un Principado que algún día volverá a ser reino.
De momento, te tejo una imagen de este prerrománico, auténtica joya asturiana que la Administración y la Iglesia tienen olvidados.

Por cierto, después me apetece acercarnos hasta Cudillero y comer algo de curadillo. Y a descansar en la casa del campo

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