jueves, 15 de julio de 2010

Caminando entre esculturas

Casi como un primer contacto con Oviedo, para disfrutar de sus calles, vamos a dar un recorrido por el centro, casi siempre por el "casco antiguo".
La disculpa es una ruta de las esculturas del centro, que nos sirve para admirar, al mismo tiempo, la belleza de edificios, palacios, iglesias y paisajes que encontramos en el recorrido.
Creo que es un buen comienzo para caminar, para conocernos y para entablar una buena y sincera amistad.
Si partimos de la plaza de la catedral este recorrido por las esculturas céntricas, en la misma plaza, encima de la fuente encontramos (1) La Regenta, obra de Mauro González , que la imagina como tal, una dama del tiempo al que se refiere la novela y que al concebirla algo mayor de un tamaño real, supone un verdadero homenaje a la novela más famosa del insigne escritor asturiano Leopoldo Alas, “Clarín”.

Descendiendo desde aquí a la Plaza Porlier, encontramos la escultura de Úrculo (2) El regreso de Williams Arrensberg, de tamaño real y situada a nivel de suelo, representa al viajero con todo su equipaje. Es, sin ningún lugar a dudas, la escultura preferida de todos los turistas, por lo que es habitual encontrarnos que Williams Arrensberg está ocupado con amigos sacándose unas fotos.

Mirando de frente a esta escultura, a mano derecha, por la calle Mendizábal, encontramos la plaza del Carbayón, con el (3) Monumento a la Concordia, de Esperanza D’Ors, con unos personajes estilizados en grupo representando diversas figuras de ámbitos distinto.

Caminando hacia el Teatro Campoamor, encontramos en el lateral derecho de la fachada (4) La Pensadora, de José Luis Fernández

y si nos situamos en la fachada del Teatro, (5) Esperanza caminando, de Julio López que nos presenta a una jovencita leyendo mientras camina.

A escasos 50 metros, también casi al lado de la fachada del Campoamor, encontramos otra obra emblemática de Oviedo, (6) Culis monumentalis, de Urculo, una auténtica provocación de este afamado artista.

Continuando nuestro caminar por esta calle Pelayo, en la confluencia con Milicias Nacionales, se asienta una obra de Miguel Berrocal, (7) El diestro, un torso de gran belleza plástica

que nos conduce por Milicias Nacionales a la escultura de (8) Woody Allen, de Santarrúa, quien ha captado toda la expresión del genial director, aún en el caso de que encontremos la estatua sin gafas, habitual resultado de la típica gamberrada. La relación de Oviedo y newyorkino fue un amor a primera vista, consecuencia del galardón que obtuvo como Premio Príncipe de Asturias y, así, define a Oviedo: “Ciudad deliciosa, exótica, bella y peatonalizada; es como si no perteneciera a este mundo, como si no existiera... Oviedo es como un cuento de hadas”.

Esta escultura es el icono, el centro, la referencia y el baluarte de mi buen amigo Adrián, que desde ha mucho tiempo considera que Woody debía estar en el Olimpo.
Quizá sea un buen momento para comprar unos bombones en Peñalba, la bombonería con más fama ovetense, o para tomar un café con unas mallorquinas en “La Mallorquina”, una afamada cafetería-pastelería, con magnífica terraza cubierta en esta calle.
Desde aquí, cruzamos la Calle Uría y nos adentramos un momento en el Parque San Francisco, justo por el camino que se sitúa frente a la plaza la Escandalera, para encontrarnos con (9) La Torera, del mismo autor que La Regenta, Mauro Alvarez, y que nos recuerda a una famosa mujer fotógrafa, que retrataba al todo Oviedo en el Parque San Francisco y se ayudaba de un caballo de cartón piedra para distraer a los niños.

Regresando a la Plaza de la Escandalera, se sitúa (9) La Maternidad, de Fernando Botero. Conocida popularmente como “La Gorda”, sirve de punto de encuentro para muchos jóvenes, antes de emprender sus salidas nocturnas.

También en esta plaza, encontramos tres caballos de bronce (11) Los Asturcones, obra de Manolo Valdés y que representa al caballo típico asturiano y es emblema de la Caja de Ahorros de Asturias.

Por la Calle Fruela, nos dirigimos al Fontán, y en la plaza Daoiz y Velarde, encontramos la obra (12) Vendedoras del Fontán, que nos recuerda las paisanas que acudían todos los jueves y sábados a vender sus productos en el mercado.

Ya dentro de la plaza del Fontán, encontramos en un banco la obra de Carmen Fraile (13) La Bella Lola, protagonista de la célebre habanera.

Desde aquí, cruzando la plaza del Ayuntamiento, nos dirigimos a la plaza Trascorrales, donde encontramos una obra de Miranda (14) Pescadera y otra de Llonguera (15)Vendedor de pescado, que nos recuerdan que en esta plaza se vendía el excelente pescado que llegaba desde los puertos.



También en esta Plaza de Trascorrales, se vendía la leche que bajaban desde sus caserías, las ganaderas y que encontramos representadas en la magnífica escultura de Manolo Linares (16) La lechera. Con el caldero, el burro y la lechera, es, también, una obra emblemática y de las más fotografiadas por los turistas.

Salimos a la Calle Mon y regresamos, de nuevo, a la plaza de catedral, con la seguridad de haber visitado una auténtica exposición de escultura, revitalizada, adornada y engrandecida por el marco de edificios y paisaje que acompaña a cada una de ellas. Y, al mismo tiempo, hemos visto, prácticamente, lo mejor de todos los edificios de Oviedo.
Esta ruta de esculturas aparece en mi libro ASTURIAS, Ermitas, Santuarios y Naturaleza, publicado por la editorial Laertes.

1 comentario:

  1. Buenos días,

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