viernes, 9 de julio de 2010

Vamos a la playa

Evidentemente, pocos turistas, por no decir ninguno, elige Asturias como destino vacacional pensando en "sol y playa". Por esta razón, en mi libro ASTURIAS, Ermitas, Santuarios y Naturaleza, publicado por la Editorial Laertes, apenas hago referencia a las playas asturianas, aunque no me resisto a nombrar las más espectaculares, atendiendo a su belleza plástica.
Sin embargo, Asturias presume de tener unas playas paradisíacas. Desde luego que nos faltan las palmeras y la arena fina de las playas del caribe. Pero... ¿para qué queremos estos adornos tropicales, teniendo el "prao" bordeando con la playa?.
Me van a permitir que les haga una pregunta: ¿alguien conoce una playa totalmente rodeada de prados verdes? ¿No?. Pues, aquí la tienen.

Es una playa interior, a cien metros de la costa. En realidad se trata de una oquedad que el propio oleaje ha modelado en la roca. El agua ha ido horadando, interiormente, la roca desde la costa hasta que llegó un momento en que el terreno superior se hundió y creó una especie de pozo, que no es otra cosa que un brazo interior del mar. Esta playa interior se llena de agua con la marea alta y queda como un simple pozo de arena con la bajamar.
Desde luego, una maravilla que puedes encontrar en la carretera entre Llanes y Ribadesella, a la altura del pueblo de Naves. Te indico la situación GPS: 43º26'54''N - 4º53'4''O. Así no me puedes decir no la encontraste.
Estoy seguro que es una playa ideal para mi buen amigo Don Ignacio, que debe aguantar la arena de las playas por mor de la dedicación a su amor. Pues, Ignacio, aquí tienes la solución. Dejas a Soraya que tome el sol en la arena, y tú te sientas en el prao a leer el periódico.
¿No te gusta esta playa? Pues te propongo otras de la zona. Hoy me voy a referir a las del Oriente de Asturias. Como puedes entender, no pretendo de ninguna manera ser exhaustivo en la enumeración de las mismas, pero sí nombrar las que más me gustan. Personalmente, no me gusta ir a la playa, entendiendo por tal el concepto clásico de tostarse al sol, pero tengo que decir que he pasado y paso momentos muy agradables caminando por la arena. Mi recuerdo más grato es leer "Seda", de Alessandro Baricco, de un tirón, caminando por la playa de La Espasa un domingo de otoño por la mañana.


Permíteme que te describa la imagen. Domingo, diez de la mañana. Un sol radiante. Una brisa de ligero aire otoñal. La playa solitaria. Dejo el coche en el aparcamiento del Fitomar, en la propia playa y bajo por la escalera de madera que accede a la arena. Abro el libro, comienzo la lectura mientras dirijo mis pasos hacia la playa de La Isla. No hay nadie en la playa. Estoy solo. Exageradamente solo. Solamente solo. Camino sin enterarme dónde piso, hasta que me doy cuenta que el agua está fría, muy fría. Llegué a la desembocadura del río Espasa. Media vuelta. Tengo delante de mí más de un kilómetro para caminar hasta el otro extremo de la playa, resguardada por el Oriente por ese magnífico acantilado. El viaje de la "Seda" me lleva a Oriente, el camino sin ruta de la playa, también a Oriente. Me acompaña en el caminar el sonido de mar, la lenta poesía de las olas. Cuando escucho cómo rompen las olas al encontrar la arena, recuerdo la maravilla del ritmo del inicio de La Eneida: "Arma virumque cano, Troiae qui primus ab oris". Es un verso que no se puede traducir para expresar la cadencia con la que rompen las olas en la playa. Pero si lo lees en latín, entenderás el ritmo del mar.
Cuando regreso del acantilado, me encuentro con una muchacha que ha bajado a la playa a caminar con su perro. Juega con él, le tira una pelota hacia las olas, el perro corre tras ella. ¿En qué estará pensando esta moza?. Ya no estoy solo en la playa, pero sigo sintiendo la soledad. Creo que ella también está disfrutando de la soledad. Somos dos solitarios en una playa ocupada por dos personas.
Camino, sigo caminando, leo, sigo leyendo, escucho, sigo escuchando el mar. Viajo por el camino de la seda, camino por el viaje de la playa.
Termino el libro. Una delicia. Una maravilla. Quedo encantado. Creo que lo que debo hacer ahora es tomarme un ribeiro en una mesa del bar y disfrutar. Solamente disfrutar. No quiero hablar con nadie. Lo único que necesito es disfrutar del vino y de la lectura que acabo de terminar.
Pero hay más playas que La Espasa. Y que conste que es preciosa. Si puedes acercarte un día, te la recomiendo encarecidamente. Y si es la noche de San Juan, organizan una hoguera impresionante.

Esta es la playa de Cuevas del Mar.
Para mí es muy difícil hablar de la geología y morfología de la playa. Pienso que cuando la belleza prima sobre todo lo demás, lo que sobra es todo lo demás y lo único que debe quedar es la belleza. Y las cuevas que forman la roca son una belleza que, además, provocan que conozcamos esta playa por ese nombre. La playa se encuentra al lado del pueblo de Naves, entre Ribadesella y Llanes.

La playa de Ballota está situada, también, en el Concejo de Llanes, entre los pueblos de Andrín y Cué, al lado del mirador de La Boriza. Al lado mismo de la playa, en la punta Ballota, se encuentra un bufón, del que podemos admirar toda su belleza con la mar brava. Desde luego que la vista y el disfrute de la playa impresiona con buen tiempo. Pero te recomiendo acercarte cuando la mar está picada, cuando azotan las olas contra las rocas y provocan esa maravilla del bufón.
Agotados de nuestra visita a la playa, vamos a dejar este tema para otro día. Prometo que volveremos a las playas asturianas. Hay muchas más en el Oriente. Y, también, en el Occidente. Maravillosas.
¡¡A la playa!!

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